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KAREN CARPENTER, LA VOZ MAS BELLA DE SU GENERACIÓN Y UNA MUERTE ABSURDA

Los hermanos Richard y Karen Carpenter lograron formar una de las bandas de música más exitosas de los años 70, The Carpenters, con 140 millones de copias vendidas

Los hermanos Richard y Karen Carpenter lograron formar una de las bandas de música más exitosas de los años 70: The Carpenters. 140 millones de copias vendidas y tres premios Grammy son la prueba de que el talento musical de ambos, unido a la inigualable voz de ella, conectaron con el público.

No solo eso. Los dos proyectaban una imagen fresca, joven, idílica, en un momento complicado de la historia de los Estados Unidos, con la guerra de Vietnam en pleno auge.

Paul McCartney llegó a calificar a la artista como “la mejor voz femenina del mundo” y la revista ‘Rolling Stone’ la incluyó en su lista de los 100 mejores cantantes de todos los tiempos.

Pero, detrás de todo ese brillo, Karen Carpenter escondía una trágica realidad que terminó acabando con su vida cuando tan solo tenía 32 años.

Nacida en 1950, en New Haven (Connecticut), era tres años menor que su hermano Richard. Él poseía un talento musical que desarrolló a muy temprana edad y que sus padres, Agnes y Harold, supieron detectar rápidamente.

Por este motivo, en 1963 decidieron trasladar a toda la familia a Downey (California), con la idea de que a Richard se le abrieran las puertas de alguna discográfica.

Allí, Karen se unió a su hermano y a un amigo de este para formar un trío musical.

Ella era la encargada de tocar la batería e incluso ganaron una ‘batalla de bandas’ en el famoso anfiteatro Hollywood Bowl.

Pronto el trío se convirtió en dúo. El amigo de Karen y Richard quedó fuera de la ecuación y Karen comenzó a destacar con su prodigiosa voz.

En 1973, The Carpenters se encontraban en pleno apogeo. El entonces presidente Richard Nixon llegó a presentar al dúo, durante una audiencia en la Casa Blanca, como ejemplo de la juventud de los Estados Unidos.

Mientras, Karen Carpenter continuaba lidiando con una madre de carácter complicado (una mujer severa y difícil de satisfacer, según confesaron personas cercanas a su entorno), con un hermano que tomaba todas las decisiones dentro del estudio y que organizaba un calendario agotador de grabaciones y giras, y con una sociedad que la idealizaba. La cantante solo deseaba ser perfecta a ojos de todos, pero existía un gran problema que llevaba tiempo atormentándola.

Consideraba que su aspecto físico se alejaba mucho de esa perfección. Esa parcela resultó ser la única sobre la que ella podía tomar el control absoluto.

Una mañana del 4 de febrero de 1983, hace hoy 40 años, Karen Carpenter se levantó de la cama de la habitación de la casa de sus padres, en Downey.

Comenzó a vestirse pero no pudo terminar. Se desplomó en el suelo. En la ambulancia, aún existía un hilo de vida en ella, pero una hora más tarde fue declarada muerta en el Downey Community Hospital tras sufrir un paro cardiaco.

La causa oficial de muerte fue “cardiotoxicidad por emetina debido a la anorexia nerviosa”. El consumo prolongado de jarabe de ipecacuana había envenenado su cuerpo.

“Estoy seguro de que pensó que lo que estaba tomando era algo inofensivo, pero en 60 días se suicidó accidentalmente”, explicó en una entrevista de radio Steven Levenkron, un psicoterapeuta que la había tratado.

De una dieta obsesiva y de la contratación de entrenadores personales para perder peso, pasó al uso abusivo de laxantes y a la eliminación total de alimentos.

Entonces, el término ‘anorexia’ no era muy conocido y pocos comprendían realmente el problema que esta enfermedad suponía en la vida de una persona ni cómo actuar ante un caso como ese. Ante eso, The Carpenters no paró. La espiral de trabajo continuó.

En 1975, Karen llegó a pesar 40 kilos. The Carpenters tuvo que cancelar su gira europea aquel año debido al agotamiento nervioso y físico de la artista.

Tras unos meses de recuperación, Karen trató de coger las riendas de su vida.

Intentó independizarse de sus padres y se mudó a su propio apartamento en Century City, no sin la oposición de su madre.

También creyó encontrar el amor en un hombre llamado Tom Burris, un empresario de bienes raíces que su madre le presentó.

Con él se casó, pero el matrimonio acabó en divorcio. No fueron pocas las personas que vieron un interés económico más que sentimental de Burris hacia su mujer.

Iniciados los años 80, el problema de anorexia nerviosa de Karen Carpenter comenzó a acentuarse de nuevo.

Empezó entonces a tomar dosis diarias de jarabe de ipecacuana, un medicamento que induce el vómito.

La causa oficial de muerte fue “cardiotoxicidad por emetina debido a la anorexia nerviosa”. El consumo prolongado de jarabe de ipecacuana había envenenado su cuerpo.

“Estoy seguro de que pensó que lo que estaba tomando era algo inofensivo, pero en 60 días se suicidó accidentalmente”, explicó en una entrevista de radio Steven Levenkron, un psicoterapeuta que la había tratado.

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