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La biopic de Ringo Bonavena sorprende y atrapa con una producción de gran nivel

Suponer que Ringo. Gloria y muerte, la nueva miniserie de Star+ con estreno este 24 de marzo, comparte la misma condición de sus biopics “hermanas”, partiendo de un género tan efectivo como explotado, es anticiparse.

Es que la vertiginosa vida de Oscar Natalio Bonavena, leyenda argentina del boxeo y figura popular convertida en mito, funciona más bien como el ancla de un proyecto que, con una calidad de alta gama, llega a renovar el catálogo de streaming con más de un as bajo la manga.

Por eso es necesario sumergirse y ni siquiera demasiado -basta con ver el primer episodio de siete- para entender que la historia, más allá de la figura de Bonavena y su mixtura de facetas, tiene vuelo propio.

Técnicamente ambiciosa, el efecto casi cinematográfico entre tomas es el primer knockout de una serie visualmente impecable, que no busca la rigurosa fidelidad histórica -aunque la logre- como fórmula del éxito.

El cuento empieza de adelante para atrás, poniendo al drama en primer plano. Casi anticipando que lo que suceda en los siguientes 50 minutos (el primer capítulo es considerablemente más largo que el resto) no será -del todo- un trago liviano.

En este ring de ficción se muestran los golpes en primera fila, con un montaje a la altura de las peleas, pero también un contexto dramático que lo sostiene. Con mayoría de actores jóvenes y la estelaridad de primeras figuras como Pablo Rago o la fallecida María Onetto -que recibió un aplauso espontáneo durante la premiere en un repleto Luna Park- se confirma otro gran acierto: el casting.

Sin dobles de protagonista, por la preparación previa de Jerónimo Bosia en el deporte de contacto, se aprecia una habilidad que no sólo le calza a medida en el cuadrilátero de boxeo.

Atrás de la creación de Bosia, un Bonavena millennial con rasgos calcados, hay coacheo, trabajo vocal del acento inglés y hasta un acercamiento al canto para grabar en estudio la canción del campeón.

Las líneas temporales cruzadas, marcadas por graph o detalles de la época, le inyectan dinamismo a un thriller que pasa de la acción del ring y los trasfondos mafiosos, a la intimidad de un matrimonio que se completa con la figura de Delfina Chaves, confirmada para interpretar a Máxima Zorreguieta en su primera serie y, a esta altura, con un máster en ficciones de época.

Atrás de lo que se ve -y lo que no también- está el ojo de su director, Nicolás Pérez Veiga. Una suerte de maestro de orquesta, que hizo de la musicalidad (a veces la música que está escuchando el espectador es la que escuchaban los actores en set) parte vital de las escenas.

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